Nueva Poesía Chilena

sábado, octubre 01, 2005

Canto

Dos cantos jugaban en los campos
con los ríos, por los prados
se tomaron un descanto...

Horas con el viento de extraña melodía
Soneto de las manos del cielo, despedidas

Canto en el campo
Canto de campo
Me canso
Me canto.

Sueñan conmigo, con las brisas
Con las brisas desmentidas,
en mis cabellos, mis brazos

Los cantos, esos cantos de canto
de ese canto, desencanto
En los prados, en los campos.

Uno es canto, otro es canto, espanto.

Así, yo descanto, los contemplo
me duermo.

Me cubro con mi canto, mi manto
y sufro con un llanto, canto,
¡Hacía canto que no lloraba!

No me atracanto con las lágrimas
de comida desabrida
en los tarros, de aquellos,
de esos rojos caminantes.

Mis ojos modulando
mis intenciones
Inevitables
Imperdonables.

Exhausto el paisaje,
lo aplasto con mis dedos,
con los dos en eterno descanto,
esos cantos de canto
de ese canto, desencanto.

Las estrellas con el sol soltero,
la luna lunatera estremece
el remordimiento.

La vida corrompida
mil veces por tus brazos
no está en el canto,
en el canto,
encanto.

Cievo nuelo, cada amanecer
que me sorprende tendido
en el hino de lilo,
himno de niño,
canto pequeño.

Es vi mida, otro día
otra vez, el escarnio.

Totu doyo, pre siempor

Nueto canvo,
calvo mensaje
para mí,
para la,
para re.
Para recantar,
remarcar,
recordar.

Del paraje, las ventanas
se han abierto,
se han atrierto.

Corremos tres,
los tres,
nosotros tres.
Tres nosotros
los corremos.

Abandono,
acantono,
todo.

Mi silencanto.