Derretidas
Solitarias, de llaneras predicadas,
mañanas de las más frías y oscuras.
Lejanías, en distancias y rebeldías,
tan repentinas como avivantes.
Despierto estremecido, por ti y tu cuerpo.
Por los desiertos de mis mejillas
regados por tu recuerdo.
Es eso lo que angustia,
lo que enceguece,
lo que derrite los hielos.
Ya estaba roto,
pero, sin querer,
se derritió.
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