Nueva Poesía Chilena

viernes, octubre 14, 2005

Pequeña Salida

Pequeña, me gustaría invitarte a salir.
¡Vamos!
¡Salgamos!
que aún no se hace tarde.

Te invito a salir,
juntos, de este mundo.
Te aseguro que será
un éxito rotundo.

Ni los juegos con charcos dejados por las lluvias,
en los patios que compartimos, separados tú y yo,
serán tan sinceros y alegres
como una salida entre los dos.

¿Saldrás conmigo?
Que ya te espero.
Espero que entiendas
que mi espera no la esperaba,
y menos en este momento.

Pero se abre la puerta para que salga
¡Y contigo me alegro más!

Tu sonrisa es normal que aparezca,
y tu estela hace que la tristeza se desvanezca.

Riamos juntos, el chocolate es fuerte
y no creo que lo nuestro sea sólo suerte.

Los segundos golpean a los minutos,
que adelantan a las horas,
dejándolos de lado y rompiendo el tiempo.

¿Por qué tienes dos luces tan hermosas en tu rostro?
Y no es enamoramiento, es admiración.
La belleza que transmites es más de lo que
alguien pueda descifrar.
Y la gracia de contemplarlos puede radicar
en que me reflejo en esos puntos claros
que destellan en tu cara,
y que mi sonrisa es para ellos.

¿Por qué sonríes?
¡Si aún no me he acercado!
Es un noble gesto tuyo.
Naturalmente natural.
Virginalmente virginal.
Notablemente notable.
Envidiablemente envidiable.

Y ahora que me acerco,
¿Aumenta esa sonrisa?
Con que intentes sonreír,
yo ya sonrío.
Con que intentes saludar,
yo ya saludo.
Con que intentes conversar,
yo ya converso.

¿Tocas mi mano?
Si quieres la aprietas.
Si quieres la dejas.
¡Tranquila si las sueltas!
Esto no es un compromiso,
pero para ti nunca estarán muertas.

Acercarme mucho a ti
es algo que me cuesta.
Lucho mucho más.
Yo no paso el metro ochenta.

Pero tú te aproximas,
desinteresadamente interesada,
hacia mí.

Saboreamos las dulzuras de números sin valor,
pero un instante suave marca nuestra ocasión.

Rompes con la fuerza de un pétalo de rosa,
cualquier conversación.
El otoño, en tu piel,
impregna una nueva sensación.

Saltas y disfrutas.
Caminas y encantas.
Entretienes a tus pasos y no dejas de sentir.

Para que me encuentres,
yo siempre estoy aquí.
Para lo que necesites.
Lo que sea para ti.

¿Quisieras conocerme?
Porque yo ya lo he hecho.
Y por todo ese esfuerzo
he quedado maltrecho.

Pues no es fácil profundizar
en lo que es mi pensar,
pero a ti te abro las puertas para que puedas habitar,
lo que alguna persona antes sólo atino a admirar.