Nueva Poesía Chilena

sábado, octubre 15, 2005

Regalo Pendiente

Pequeña gota de lluvia de invierno fugitivo,
Perseguido intensamente por los juicios del verano
Buscamente intensado por mis dictámenes,
Algunas querellas y el quebranto tranquilo de mi alegato.

El último tipeado,
el mismo de siempre
El de los meses pasados
el del presente.

Mano perforadora de los papeles del corazón
el que alguna vez nadie quiso
en el que alguna vez se convirtió en siempre.

Quiero ver si el grafito de mi nombre
dibujó algo en tu rostro
En los croquis de pañuelo de tu sonrisa azul violeta.

Buenos días, señorita
Buenas tardes, señolinda
Buenas noches, sueño lindo

Amor no ambientado en jardines de deseo
ni en campos de patrañas mesiánicas
ni en siembras de mentiras cínicas.

En el borde de los bandidos
la revolución de las caricias decididas:
similar balcón de pasión
por empaques de timidez luminosa.

Tus emocionados cabellos repatriados,
al son del himno armonioso
de la nación consolidada por mi cuerpo:
Me establezco en el continente sensato
rociado sencillamente por el océano timorato,
con mares de alta cordillera
nevados de sal por los ríos de vapor.

Destroné a todos los reyes
cuando desfilaste por la alfombra real de mis labios,
alfombra que te aguarda,
que aguarda tus pasos y sus sonidos.

Destroné a todas las reinas:
Ostentando la verdadera corona del sol de tus pupilas,
Tú valías más que ellas.
Tu reinado, más que ellas:
Monarquía de hermosura.

Tú, reinada por mi trono contrariante
Yo, reinado por tu orgullo floreciente

Parte de tu nobleza caballeresca
¡Salve, que estoy dispuesto
a dejar caer las pestañas de mi vida
para que su cetro nunca deje de iluminar este día!

¡Qué largo es él!
Este día que es la mitad del imperante
pero me contento con el que triplica a su padre
como remolino de las olas en medianoche.

Me desnudo como las estrellas de menta
Como los osos ante la miel perniciosa
Como los tigres ante la cebra caprichosa
Como los ratones ante el sudor de la rosa.

¡Mira qué largo es el camino del arco iris!
Seamos los colores del arco bicolor
que permanece en el cielo todos los veranos.

Hablemos en el lenguaje propio de los cisnes
lenguaje para nosotros,
lagunas elevadas
entre el vapor de las ciudades.

Son esas palabras
las que quedan i elaboro,
con ellas, un sueño...