Nueva Poesía Chilena

miércoles, septiembre 21, 2005

Crónica

Las gotas se precipitan a mi rostro
Y con eso no me he querido levantar

Sacudo el polvo de mis huesos
y, de mis zapatillas, el basural

Abro las cortinas del mundo en espera de algún saludo
El sol golpea, sin misericordia, mi cara
No lo puedo mirar
Es como, hacía una bella mujer, de frente, caminar
escondiendo mis pupilas para no encandilar

Besas mis pies con furia llegando hasta la cintura
Te he apedreado y me respondes con tu rabia
No deseaste soltarme con tu tropa de guardianes
que se azotan en la orilla

Escuché por ahí que muchas veces me llamaste
Que cuando yo te llamé no contentaste
Y ahora que me enfrentas planeas mejorar
pero hacer todo eso no podrás, no podrás

Las corbatas se esconden en sus pies,
los gorros saltan de los puentes
y los libros que has visto se caen en pendientes

Las cajas se asfixian,
los días han desaparecido junto con sus tarjetas

Los bolsos y mochilas, raquíticamente,
observan los restos de tu tierra
que se adhirieron a mis prendas

Los colchones, en sus ataúdes
Las bufandas colgando de cabellos de metal

Se vuelven a encender las ampolletas,
la ducha comienza a gritar
Las mejillas arden al igual que la espalda

Empieza el descanso, sólo hasta un rato más