Propio
Mi entrega ha sido débil,
a pesar del fuerte llamado.
No es fácil escucharte
sin tu santuario al lado.
He cerrado mis ojos al
momento de enfrentarte
y cruzado mis brazos
al tiempo de levantarte.
No sé que he esperado
y el por qué sigo sentado.
Pero sin duda he admirado
lo que los santos han logrado.
Y me embarga de alegría
saber que puedo ser santo hoy día,
y que toda esa confianza
la pondré en las manos de María,
quien conmigo está en la Alianza,
y en toda circunstancia.
Tú me pides ser radical
a costa de lo poco que tengo.
Con el mundo ser más servicial
y siempre entregar la sonrisa que ostento.
Aunque el ofrecimiento de mi vida
lleva mucho más que eso,
quiero de a poco caminar contigo
para que mi testimonio tenga peso.
Tomo lo de San José,
el ejemplo más sencillo,
quien con silencio y cariño,
te protegió a ti y al niño.
Y a ambos los llevó,
a muchos lados para protegerlos.
Yo así quiero llevarles a muchos corazones
que quieran acogerlos
por más de mil razones,
y su vida consagrarse
al servicio de Dios Padre.
Así lo mío ya comienza,
en consumir la santidad
cuando en mi vida se piensa.
Ser reflejo de a quien yo busco
y ser espejo de su camino.
Irradiar y quemar con Cristo,
de quien soy hermano y amigo.
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