Admíteme
Admíteme en tu lecho
ambos sabemos bien que lo nuestro no es estrecho
y que las cosas ya comienzan a caminar solas
sin necesidad de compañía
Admíteme en tu mano
quizás no hay mucho espacio pero, entiende, soy humano
y que la fuerza que ella siente es sólo un llamado a tu conciencia
Admíteme en tus brazos
no permitas que algo vano rompa nuestros lazos
y que la dulzura que ellos llevan sean cura de mi dolencia.
Admíteme en tu rostro
cándido y expresivo
Muchas veces perdido por el barro
resguardado por mis manos
y dañado por los aires de los vientos invernales.
Admíteme en tus ojos
destellantes, inmensos
Necesito refugiarme en tus pupilas
y ser testigo de los colores de tu inocencia
Admíteme en tus labios
que me cantan y recitan
Que me llaman e invitan
a ser uno contigo
a hacer vida unidos
enalteciendo el amor
que en nuestros cuerpos ha nacido
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