Nueva Poesía Chilena

viernes, octubre 14, 2005

Re-Cito

En el valle de mis manos tengo todo
lo que sólo yo puedo tener,
por mí y por lo otro.

Y no es que viva en ellas
la eterna providencia,
ni que la naturaleza se entusiasme
en habitar mis palmas.

Solamente de la nada,
como del todo que existe en ella,
emerge la inusitada pasión
de lo que existe y no aparece,
como en la también presente vida,
de dardos y quehaceres.

Es cierto,
es cierto.

Tanto como el fuego ardiendo en mis pies.
E incluyo al universo, que también se ha extrañado,
con eclipses deslumbrantes de este sol,
entre yo y mi luna. Entre nosotros.

Real, como cien.
Real, como mil.

¿Y de dónde surge esto tan maravilloso,
que hasta mis sueños se preguntan?
No busco la aporía.
Ni siquiera la ironía.
Pues las frases delirantes,
algunas veces desconcertantes,
intentan responder lo inevitable
y lo que es casual,
como si todo partiera de un todo
y la misma suerte, de la fortuna.

Aún más, como dice el sauce
que llora mi otoñal partida.
Hay situaciones que, como esencia,
se cuestionan a sí mismas,
a tal punto de juzgarse
y, a pena de muerte, condenarse.
En sí, desaparecen.
Porque ni siquiera dejan notas,
quizás intuyendo el que volverán
en un momento.

Y si las cosas están para no estar jamás
¿Por qué he de ampararlas en las guaridas de mi mente?
¿Para qué he de cobijarlas con cariño si después me dañarán?

¡Qué miedo!
¡Qué terror!

Se suscita el llanto y la desesperación.
Pero no están invitadas.
No en esta ocasión.

Sé que tengo lo que sólo yo puedo tener
y, sin más que eso,
me tranquilizo en mis párpados cerrados.